Comparto con vosotros mi vocación que a fin de cuentas es mi experiencia de Dios.
Mi familia: Una familia cristiana, muy religiosa, una madre que es buenísima pero que lo que se propone consigue, ahora explico por qué. Vivía en los Baños de Mula, iba a una escuela unitaria hasta los 10 años, un poco desastre el último curso, porque sólo iban interinos, cambiaban a con mucha frecuencia y mi madre decide llevarme al próximo curso a las monjas de Cristo crucificado, contra mi voluntad, yo no quería colegio de monjas. Recuerdo que todos le decían a mi madre: “ni lo intentes no tienen plaza, a mí me han dicho que no”, (yo tan contenta) y mi madre , “el no ya lo tengo, yo voy a preguntar”; ¡¡ pues sí, para mí hubo plaza!!
No era buena estudiante, me suponía no tener ni transporte ni comedor, por tanto estar por la calle muchas horas (esto no me hubiera pasado si me hubieran apuntado al público, lo que yo quería) ¿Entendéis porque mi madre era “cabezota”? No quise confirmarme con mi clase, pero de nuevo mi madre me dice que no puedo irme del colegio sin confirmarme, así que fui a la catequesis, era mero cumplimiento (esta experiencia me ayuda a comprender a los muchachos que yo tengo en confirmación, su apatía a veces). Estaba en 8º y en enero la cosa empieza a cambiar, los estudios mejoraron, me gustaba el colegio, cambié el carácter para mejor… estaba rara y no sabía que me pasaba, yo no había hecho nada. Llegamos a las vacaciones de semana santa y ese año coincidió con el día 25 de marzo, fiesta de la Encarnación. Era nuestra tutora hna. Alicia y aprovechó para hablarnos del SÍ de María y nos dijo: “Vosotras estar atentas por si también el Señor os llama a ser Hnas. de Cristo Crucificado, que también le digáis “hágase”. En ese momento descubrí lo que me pasaba, además recuerdo perfectamente ese momento, la clase a quien tenía delante, detrás, al lado… Estaba feliz, pero me veía incapaz… ¿y ahora qué? ¿Cómo a mí? Yo no sabía qué hacer, pero me resultó fácil porque alguna hermana lo intuyó y me acompañó.
Me fui al instituto, seguí en grupo de jóvenes, catequista, llevaba una vida normal a mi edad. Ya habían pasado 5 años y “no se me pasaba”, decidí dejar de ver a las hermanas y todo lo relacionado con ellas durante un año para ver si se me iba la idea. Y viendo que no, dejé el trabajo en una guardería y puse fecha de entrada: 25 de marzo. Seis años después volví a decir “Hágase”.
Llevo en la Congregación casi 25 años. He pasado 3 en noviciado, 2 en Baños de la Encina (Jaén), 7 en Guitiriz (Lugo), 7 en Villa Pilar, ¡ y ya voy por el 6º en Cieza!!!
En este tiempo he vivido situaciones difíciles, de las que he aprendido mucho, sobre todo a confiar en Dios. Otras estupendas, disfruto viviendo en los pueblos cerca de la gente sencilla a la que quiero y me quieren, ¡por eso me cuestan tanto los traslados! ¡Echo raíces y los arrancones como me duelen! He vivido con hermanas a las que tengo mucho que agradecerles, y claro siempre cuento con M. María y M. Amalia sus vidas son un constante estímulo.
En este tiempo he experimentado un Dios cercano, el que siempre “está”, que se manifiesta en la mediaciones (mi madre con su empeño, los acontecimientos…) y termino diciendo que soy feliz y que sólo tengo motivos para dar gracias a Dios.