Testimonio de Hermana Cristina

Comparto con vosotros mi vocación que a fin de cuentas es mi experiencia de Dios.

Mi familia: Una familia cristiana, muy religiosa, una madre que es  buenísima pero que lo que se propone consigue, ahora explico por qué. Vivía en los Baños de Mula, iba  a una escuela unitaria hasta los 10 años, un poco desastre el último curso, porque sólo iban interinos, cambiaban  a con mucha frecuencia y mi madre decide llevarme al próximo curso a las monjas de Cristo crucificado, contra mi voluntad, yo no quería  colegio de monjas. Recuerdo que  todos  le decían a mi madre: “ni lo intentes  no tienen plaza, a mí me han dicho que no”,  (yo tan contenta) y mi madre , “el no ya lo tengo, yo voy a preguntar”; ¡¡ pues sí,  para mí hubo plaza!!

No era buena estudiante, me suponía no tener ni transporte ni comedor, por tanto estar  por la calle  muchas horas (esto no me hubiera pasado si me hubieran apuntado al público, lo que yo quería) ¿Entendéis porque  mi madre era “cabezota”?  No quise confirmarme con  mi clase, pero  de nuevo  mi madre me dice que no puedo irme del colegio sin confirmarme, así que  fui  a la catequesis, era mero cumplimiento (esta experiencia  me ayuda a comprender  a los muchachos que yo tengo en confirmación, su apatía a veces). Estaba en 8º  y en enero la cosa empieza a cambiar, los estudios mejoraron, me gustaba el colegio, cambié el carácter para mejor… estaba rara y no sabía que me pasaba, yo no había hecho nada. Llegamos a las vacaciones de  semana santa y ese año coincidió con el día 25 de marzo, fiesta de  la Encarnación. Era nuestra tutora hna. Alicia y aprovechó  para hablarnos del SÍ de María y nos dijo: “Vosotras estar atentas por si también el Señor os llama  a ser  Hnas. de Cristo Crucificado, que también le digáis  “hágase”. En ese momento descubrí  lo que me pasaba, además recuerdo perfectamente ese momento, la clase  a quien tenía   delante, detrás, al lado… Estaba feliz, pero  me veía incapaz… ¿y  ahora qué? ¿Cómo a mí? Yo  no sabía qué hacer,  pero me resultó fácil porque alguna hermana lo intuyó y  me acompañó.

Me fui al instituto, seguí en grupo de jóvenes, catequista, llevaba una vida normal a mi edad.  Ya habían pasado 5 años y “no se me pasaba”, decidí dejar  de ver a las hermanas y todo lo relacionado con ellas durante un año para ver si se me iba la idea. Y viendo que no,  dejé el trabajo en una guardería y puse fecha de entrada: 25 de marzo. Seis  años después  volví a decir “Hágase”.

 Llevo en la Congregación casi 25 años. He pasado 3 en noviciado, 2 en Baños de la Encina (Jaén), 7 en Guitiriz (Lugo), 7 en Villa Pilar, ¡ y ya voy por el  6º en Cieza!!!

En este tiempo  he vivido situaciones difíciles, de las que he aprendido mucho, sobre todo a confiar en Dios. Otras estupendas, disfruto viviendo  en los pueblos  cerca de la gente sencilla a la que quiero  y me quieren, ¡por eso me cuestan tanto los traslados! ¡Echo raíces y los  arrancones como me duelen!  He vivido con  hermanas   a las que tengo mucho que agradecerles, y claro siempre cuento  con M. María y M. Amalia sus vidas  son un constante estímulo.

En este tiempo he experimentado un Dios cercano, el que siempre “está”, que se manifiesta en la mediaciones (mi madre con su empeño, los acontecimientos…) y termino diciendo que  soy feliz y que sólo tengo motivos para dar gracias a Dios.