Llega el mes de mayo y el campo se llena de flores, la
naturaleza resplandece de vida y color. Parece que canta con
alegría al Creador que, de nuevo, tras el invierno, le hace
rebosar de vida.
Pero en toda la creación no hay criatura más bella ni más
perfecta que María. Ella es alabanza de Dios y, a cuantos
creemos en su Hijo Jesús, nos hace cantar agradecidos a Dios.
Por eso existe desde hace mucho tiempo en la Iglesia una
bonita costumbre que es dedicar el mes de mayo, el mes de
las flores, a honrar a la Virgen María. Según los lugares y las
épocas existen diversas maneras de hacerlo pero todas tienen
el mismo fin: reconocer y agradecer a María todo lo que ha
hecho por nosotros. Cuando Dios, por medio del ángel, le
propuso ser la madre de Jesús y Ella dijo que sí, lo hizo por
amor a Dios, porque lo que más quería en la vida era hacer lo
que Dios deseaba, complacerle, hacer su voluntad. Pero
también lo hizo por amor a nosotros, a todos los hombres. Ella estaba dispuesta a prestar su colaboración
para que Dios pudiera llevar a cabo su plan salvador.
Luego cada día fue aceptando todo lo que esa decisión suponía: Los momentos buenos, cuando disfrutara
de su Hijo viéndolo crecer y gozando de su cariño, pero también los malos, hasta verle morir en la cruz.
Después, cuando Jesús, cumplida su misión en la Tierra, volvió al Padre, Ella permaneció con los discípulos
acompañando los primeros pasos de la Iglesia. Ahora, desde el Cielo, sigue velando por nosotros,
cuidando de sus hijos que, generación tras generación, seguimos los pasos de Jesús.
Por Ella nos sentimos queridos y protegidos, sabemos que está pendiente de cada uno de nosotros como
siempre lo estuvo de Jesús. Por eso siempre, pero en este mes de manera especial, queremos demostrarle
nuestro amor. ¿Cómo? Pues de la misma manera que podemos demostrárselo a nuestras madres:
Haciendo lo que a Ella le gusta que hagamos. Nos lo dijo en Caná: «Haced lo que Él os diga». Y lo que
Jesús nos dice está en el Evangelio. Hacer cada día lo que Jesús nos enseña con su vida y su palabra es el
mejor regalo que podemos ofrecerle a María. Y además así nos pareceremos a Ella que siempre cumplió la
Palabra de Dios guardándola en su corazón.
Para que todos los días puedas escoger una bonita flor que ofrecer a la Virgen
te damos un breve texto del Nuevo Testamento para cada día, que te ayudará a
conocerla mejor y a imitar sus virtudes. ¡PARECERTE A ELLA ES LA MEJOR FLOR
QUE PUEDES OFRECERLE!