Hace años, Ángel Romero Elorriaga caía en tierra para dar el fruto que Dios esperaba. A la luz del relato de Juan Evangelista, podemos decir que él como grano que cae en la tierra, comenzó a dar un fruto sabroso y abundante, culminando así una vida entregada a su familia, a los pobres, a los enfermos.
Por ello, ha podido dar paso a otra gran Familia que, mirando al Crucificado, no se olvide de los pobres, de los enfermos, de los niños, en definitiva, de todo aquel que lo pasa mal sea cual sea su causa, la Congregación de las Hermanas Apostólicas de Cristo Crucificado.