A esta invitación han respondido muchos misioneros españoles que actualmente se encuentran repartidos por países de los cinco continentes, religiosos, consagrados, laicos o familias en misión.
Conocemos su misión por llevar la luz del evangelio allí donde están, más allá de nuestras fronteras.
La misión nos hace salir de nosotros mismos.
Jesús no nos pide una confesión de fe, sino un movimiento de salir de nuestro propio querer e interés.
Primero ir al mundo entero. Traspasar nuestras fronteras culturales, religiosas, políticas, sociales y económicas. Es en el camino de salida donde encontramos al resucitado en los otros, en los diferentes , en los gentiles.
Segundo proclamar el Evangelio. Significa proclamar, celebrar, compartir la buena noticia de Dios con nosotros. Se trata de hacerla llegar a los lugares de sombras, de muerte y de injusticia. Se trata de celebrar juntos la esperanza de que salimos de ésta.
Y tercero a toda la creación. Dios es creador de toda la creación, no sólo nosotros. Somos parte de esa enorme casa común en la que tenemos que aprender a vivir juntos con relaciones de cuidado. Esta pandemia nos está poniendo delante la importancia del verbo cuidar sobre el dominar. Dios, salva, cura, da vida, crea, cuida; pero no domina.